Hola,
queridas amigas:
Hace tiempo
que caminamos por la vida cogidas de la mano.
Hemos
compartido muchos momentos. Me habéis influenciado, me habéis llevado por otro
sendero y me habéis convertido en una persona totalmente distinta.
Me habéis
aconsejado y me habéis dicho como hacer las cosas. Os mirabais conmigo en el
espejo y resaltabais todo lo que había que cambiar.
Ana, siempre
estuviste ahí para ayudarme a aguantar el hambre y a ser perfecta. Me
convertiste en una princesa de porcelana. Siempre me motivabas a seguir, fuese
cual fuese el precio.
Mia, eras
quién me ayudaba a corregir mis errores, como cuando me daba un atracón de
comida y después me sentía culpable. Me enseñaste que todo error tiene
solución. Me enseñaste a tener valor, a no decaer en mis metas.
Tengo miedo
de decir adiós, pero a veces es necesario. Ha llegado el momento de soltar
vuestras manos y caminar libre. Vosotras me habéis hecho fuerte, pero he
comprendido que la comida no mata, las que matáis sois vosotras. Conseguir la
delgadez a cualquier precio y, ¿para qué? Estar delgada bajo la tumba no me
sirve de nada. Me habéis enseñado a seguir, a no desistir, a corregir a tiempo,
y eso es justo lo que estoy haciendo.
No me
arrepiento de nada, no fue una elección conoceros.
Tampoco
tengo nada que reprocharos, al fin y al cabo, sois las únicas que habéis estado
conmigo mientras nadie más lo estuvo.
Gracias por
este tiempo juntas, gracias por hacerme crecer y gracias por hacerme fuerte.
Ahora nadie puede pararme.
Hasta nunca,
amigas.
Aquí estamos y aquí nos encontramos. Fuerza.
ResponderEliminarIgualmente, cariño. Fuerza y ánimo.
Eliminar